El primer pilar, enfatiza la importancia de la adaptabilidad y versatilidad en el espacio de aprendizaje. Los educadores deben crear entornos que puedan acomodar diversas actividades de aprendizaje, preferencias y modalidades. Esto puede implicar reorganizar los diseños de las aulas, integrar la tecnología y proporcionar oportunidades para el trabajo independiente y colaborativo. Al fomentar la flexibilidad, los educadores capacitan a los estudiantes para que se apropien de su aprendizaje y adapten sus experiencias a sus necesidades individuales.
El segundo pilar, encarna un cambio fundamental de un enfoque centrado en el maestro a un enfoque centrado en el estudiante. En un aula invertida, el enfoque está en fomentar una cultura de compromiso activo, investigación y colaboración. Se alienta alos estudiantes a explorar temas con mayor profundidad, participar en discusiones significativas y apropiarse de su viaje de aprendizaje. Al cultivar una cultura de aprendizaje dinámica y participativa, los educadores crean oportunidades para una comprensión más profunda, el pensamiento crítico y la creación de conocimiento.
El tercer pilar, subraya la importancia del diseño de contenido reflexivo y con propósito. Los educadores deben seleccionar y seleccionar cuidadosamente materiales que se alineen con los objetivos de aprendizaje, promuevan la comprensión conceptual y faciliten experiencias de aprendizaje significativas. Esto puede implicar la creación de recursos multimedia atractivos, el suministro de andamios y materiales de apoyo, y la integración de aplicaciones del mundo real. Al diseñar contenido intencional, los educadores optimizan la participación de los estudiantes, la comprensión y la retención de conceptos clave.
El cuarto pilar, destaca el papel crítico de los educadores como facilitadores, mentores y guías en el proceso de aprendizaje. En un aula invertida, los educadores sirven como líderes de instrucción, proporcionando orientación, retroalimentación y apoyo a los estudiantes a medida que navegan en su viaje de aprendizaje. Esto puede implicar facilitar las discusiones, proporcionar instrucción personalizada y fomentar un entorno de aprendizaje colaborativo y de apoyo. Al adoptar una mentalidad de crecimiento, participar en la práctica reflexiva y buscar continuamente oportunidades de desarrollo profesional, los educadores mejoran su efectividad e impacto en el salón de clases.
1º Definir objetivos de aprendizaje mediante el establecimiento de objetivos de aprendizaje claros similares a sentar las bases para un viaje académico. Definir las metas educativas y los resultados que los estudiantes deben lograr.
2º Elegir las herramientas Delve seleccionando meticulosamente los recursos educativos, asegurando la alineación con los objetivos de aprendizaje y la relevancia para las necesidades académicas de los estudiantes.
3º Elaborar tareas previas a la clase que sirvan como base preparatoria, involucrando a los estudiantes en una exploración significativa y preparando sus mentes para una discusión en profundidad.
4º Funcionar como director orquestando una sinfonía de compromiso. Diseñar actividades en clase que estimulen el pensamiento crítico, la colaboración y la aplicación del conocimiento adquirido, fomentando un entorno de aprendizaje dinámico y participativo.
5º Personalizar los espacios de aprendizaje transformándose en un diseñador adaptativo. Adapte el entorno físico del aula para acomodar diversas modalidades de aprendizaje, fomentando la inclusión y la flexibilidad en la entrega de instrucción.
6º (es bueno hacerlo) Cultivar el papel de un mentor inspirador. Aliente a los estudiantes a participar activamente en el proceso de aprendizaje, encendiendo su curiosidad intelectual y fomentando la pasión por el aprendizaje permanente.
7º Participar en la reflexión e iteración continuas, aprovechando los conocimientos adquiridos de experiencias pasadas para refinar las prácticas de instrucción y optimizar los resultados del aprendizaje.
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Sotiria Tsalamani
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